Él era alto. Ella bajita.
Ella era tímida y callada, él era extrovertido y hablador.
Él llevaba gafas, ella prefería ponerse lentillas.
A ella le encantaba pasear por la ciudad de noche, a él le
gustaba hacerla feliz, por eso aquel día la llevó a su lugar favorito mientras
anochecía.
Sentados en el pequeño muro que daba al río mientras miraban
las estrellas, él comenzó a hablar.
-Em, hace tiempo que quería decirte algo. Y me da un poco de
miedo porque nunca antes he dicho nada así.
Ella lo miraba atenta, escudriñando cada lunar de su cara.
-Me gustas.
-Adam, ¿estás hablando en serio? ¿Te gusto?
-Bueno, no, realmente no me gustas. Te quiero.
Él se puso nervioso, ella nunca lo había visto tan alterado.
-Vaya, no sé qué decir.
Por primera vez en sus años de amistad ella se había quedado
sin respuestas elocuentes con las que contestarle. Así que se levantó y se puso frente a él.
-Cierra los ojos.
Él los cerró. Ella le quitó las gafas y las colgó del cuello
de su camisa. Acercó su cara a la suya y susurró:
-No sé qué decir, pero sí sé qué hacer.
Y lo besó.
Él pensó que aquello fue mejor que cualquier respuesta
elocuente del mundo.
Realmente me ha encantado. Una historia breve pero muy buena, y el título es perfecto. Un beso enorme :)
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
ResponderEliminarUn beso enorme :)
Un beso, cuando es sincero, siempre es la mejor respuesta ;)
ResponderEliminarBreve y precioso, genial!
¡Gracias! :)
EliminarCuando no se sabe qué decir, mejor besar. Sí, señor.
ResponderEliminar(sonrisa de elefante)
Cuánta ternura!
ResponderEliminarA veces las palabras no son necesarias, a veces un suave cosquilleo basta :)
Besitos
Miss Carrousel